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Una vez que me etiquetas,me niegas

El sabio filósofo danes Soren Kierdkegaard supo definir en pocas palabras aquello que la psicología y la física cuántica hoy comprueban por medio de sus experiencias e investigaciones.

La frase enigmática fue: “Una vez que me etiquetas me niegas”

Al etiquetar a algo o a alguien, lo estamos negando en sus infinitas posibilidades, y a la vez, encasillando en que sea esa cosa y no otra. Cuando la etiquetamos la definimos para que exista como tal.

Llevando este concepto al mundo de la física cuántica, (es decir al mundo de lo extremadamente pequeño y ultrasensible), podemos verificar que el observador, en base a sus expectativas, interfiere en el comportamiento de la materia haciendo que ésta se mueva como onda o como partícula. (Ver el experimento de la doble rendija).

Por su parte, si llevamos este concepto al mundo psicológico. Cuando etiquetamos a una persona, ella se carga con nuestras expectativas. En este sentido existe un experimente muy interesante que se conoce como Efecto Pigmalión. De todos modos no quiero en este artículo explayarme mucho al respecto, pero si alguien esta interesado, dejo un vínculo para profundizar al respecto. (Leer sobre el Efecto Pigmalión). En conclusión, y volviendo al tema central, solo estaremos percibiendo de esa persona todo aquello que confirma nuestra etiqueta y negando o no pudiendo observar la infinitud de otras posibilidades, cualidades y distinciones que posee.

Como supe escuchar, en cierta oportunidad, en boca de una persona allegada a mi: “Tu hijo te ama tanto, que si tú le dices que es un idiota, él hará todo lo posible para darte la razón”

Por todo lo expuesto, sugiero considerar con mayor seriedad estos conceptos, a la hora de etiquetar las cosas y especialmente a las personas: Recordando, una vez más, aquello señalado al inicio de la presente… «Una vez que me etiquetas me niegas» (en mis infinitas posibilidades).

Juan Carlos Lorenzo

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