fbpx

EL CARIÑO, EL AMOR Y EL RESPETO NO SE MENDIGAN

A lo largo de mi experiencia en gabinete, he podido observar que existe un número considerable de personas que suplican por el cariño de otras y lo hacen de muchas maneras. Algunas veces, recordándoles que las quieren, para luego esperar recibir una respuesta similar. En otras oportunidades reclamando atención de un modo frecuente por medio de llamadas o mensajes. También se suelen poner incondicionalmente al servicio de aquella persona que aprecian llegando a límites humillantes, en dónde no importa a qué hora o situación son requeridos, para dejar de hacer lo que están haciendo y salir presurosos a resolver inconvenientes ajenos, dejándose a sí mismo en último lugar. Como solía decir mi madre “Terminan siendo el último orejón del tarro”.
 
Hay cosas como el cariño, el respeto y el amor que indudablemente no solo deben ser expresados con palabras, sino también con gestos y comportamientos. Más, sin embargo, toda virtud llevada al extremo se transforma en un defecto. Si necesitamos permanentemente recordarles a nuestros seres queridos que «existimos», apelando a estar constantemente al servicio de ellos, porque de lo contrario no nos “registran”, entonces, nuestras conductas se naturalizan y en consecuencia dejan de ser valoradas. Por otro lado, y mucho más importante aún, esto terminará afectando nuestra autoestima, porque en algún sentido, estamos “mendigando” cariño, amor y reconocimiento.
 
Avanzando en el análisis, no podemos brindar aquello que no poseemos. Esto significa que no será posible ofrecer un auténtico respeto, cariño y amor, si primero no lo aplicamos en nosotros mismos. Salir a mendigar estos valores afuera, demuestra que carecemos de ellos en nuestro interior, y en consecuencia, al estar ausentes van esmerilando nuestra autoestima. Porque el entorno que nos rodea se irá acostumbró a “nuestras serviles actitudes” y lo exigirán como si fuera un «derecho adquirido», si en algún momento no podemos responder a sus «reclamos».
 
El amor, el cariño y el respeto deben darse y recibirse de un modo espontáneo y fluido. Pero necesariamente para que la energía no se estanque, tiene que ser bidireccional.
 
El perseguir a alguien a cada instante y momento, porque no nos recuerda, terminará por agotarnos emocionalmente. Si nos ponemos al servicio del otro bajo cada solicitud, enviamos mensajes o hacemos llamadas y éstas no son correspondidas por quien las recibe, allí es momento de comenzar a revisar si esa relación es recíproca o es sólo de una de las partes.
 
Las buenas relaciones se dan de una manera fluida, sin exigir ni forzar nada. Simplemente se trata de disfrutar la presencia del otro, de compartir instantes y vivirlos juntos con plenitud. Un amigo esta cuando lo necesitamos y eso no debe ser suplicado. Si no está en esos momentos, entonces no es un amigo.
 
Ahora bien, si tú te encuentras en una situación similar a la que estoy narrando, sería oportuno que respondas a la siguiente inquietud: ¿Qué estoy buscando afuera que no tengo adentro?
 
El cariño y el amor necesitan expandirse, expresarse, sentirse de ambos lados. Si no es recíproco, no es cariño, ni amor mutuo, solo se trata de una transacción entre partes. Esto que estoy afirmando es vital para nuestra supervivencia. Debemos saber distinguir entre dar y recibir dignamente, de hacerlo en forma servil.
 
Si deseas vivir con plenitud, jamás supliques atención, cariño, amor o amistad. Quizás esto que estoy afirmando te duela mucho, pero siempre será mejor estar solo, para comenzar de nuevo.
 
Analicemos brevemente aquel párrafo bíblico que dice: «Ama a tu prójimo como a ti mismo”
Observa que no dice “Ama a tu prójimo más que a ti mismo” porque de ser así significaría que debemos desmerecernos en función del otro. Y tampoco dice: «Ama a tu prójimo menos que a ti mismo», porque en contrapartida sería transformarnos en auténticos narcisistas.
 
Si no aprendes a amarte, quererte y respetarte, es muy probable que te proyectes hacia afuera con palabra, gestos y comportamientos buscando en el otro, aquello que no tienes dentro de ti.
 
Se de personas que construyeron, amistades o relaciones por necesidad. «Me falta cariño y necesito que tú me la des». «Me siento solo y necesito que tú me quites esta angustia». Este tipo de vínculos y relaciones terminan siendo agotadoras, porque no importa lo que des o recibas. Nunca será suficiente, y los reclamos estarán a la orden del día de ambas partes.
 
Juan Carlos Lorenzo

Arquitecto, Psicólogo Social
Master Trainer en PNL & Coach Ontológico

www.pnlcbaconsultora.com   /   info@pnlcbaconsultora.com

 

Si te ha gustado comparte esta información


WhatsApp Chatea con nosotros en línea